Cuanto más avanzan las investigaciones y las excavaciones arqueológicas relacionadas con los años de la prehistoria, más se precisa y se confirma la idea de que la “noción de divinidad” primero fue femenina.

Se descubrieron en la Europa prehistó­rica, y en otros lugares de todo el mundo, pequeñas estatuas talladas en piedra, que llamaron Venus. En Sudamérica, por ejemplo, en concreto en Ecuador son conocidas las Venus de Valdivia. Estas venus, cuya forma de anchas caderas y con frecuencia encin­ta, provocaron la interpretación demasiado frecuente de que se trataban de objetos rituales para las ceremonias de fertilidad primitivas. También en India, en la época PRE-ARIA. Estas figuritas halladas en todo el mundo no son escasas, pero si hay escasez de figuras masculinas. Lo que indica que en la prehistoria se admiraba la capacidad de generar vida de las mujeres.
Como los arqueólogos que investigaban, eran hombres en una cultura patriarcal, fueron incapaces de ver estas representaciones cómo la divinidad femeni­na del universo. Que su estado de buena esperanza simbolizaba a la Diosa o las Diosas dispensadoras de las fuerzas de la vida. Por el mismo motivo la explicación del arte paleolítico, era reducida a rituales de magia para la caza. Pues su visión de la época no podía concebir una proyección distinta a la de la predominancia del arquetipo masculi­no como el guerrero cazador.

Hoy día aún permanece ajeno a la conciencia colec­tiva (aunque ya empieza a resurgir), la noción o concepto de la Gran Diosa Madre como fuente primigenia y creadora de toda fuente de vida (humana, ani­mal o vegetal). Lo cual es comprensible teniendo en cuenta que llevamos más de dos mil años condicionados por el concepto de un dios padre, en un mundo dominado por los hombres. El patriarcado implica un poderoso condicionamiento en la sociedad.

Que en los principios la Divinidad fuese mujer, tiene una explicación bastante lógica y a la vez simple. Parece ser que al principio, las culturas llamadas matrilineales, no veían la relación entre el acto sexual y la descendencia, por tanto no se creaba un vínculo con el padre. Debían pensar que la mujer simplemente tenía los hijos. Pero cuando tomaron conciencia del rol del padre, su forma de vida no cambió. Al menos al principio, el hombre ante la realidad de la mujer como dadora de vida estaba fascinado. Quedando asociados a la mujer y la fecundidad los poderes de la naturaleza que rigen la vida, la muerte, los ciclos naturales.

Todavía, el culto a la  Diosa está considerado principalmente un culto a la fecundidad. Y en un segundo plano, con respeto a otras religiones, de hecho aún no se considera siquiera una religión entre la mayoría de investigadores. A pesar que ya hay datos suficientes para considerarlo un sistema de creencias organizado como religión, son aún, pocos los investigadores que lo defienden como una religión estructurada. La Diosa es discriminada incluso en el lenguaje pues suele escribirse con d minúscula el femenino y con d mayúscula el masculino. La objetividad de los investigadores sigue marcada inconscientemente por el condicionamiento del patriarcado. Las religiones patriarcales y dominantes influyeron en el hecho de considerar el culto a las divinidades femeninas prácticas paganas.

Pero el cambio se está produciendo. Ya abundan las pruebas arqueológicas e históricas en todo el mundo, de la existencia de una cultura basada en una divinidad femenina que ordena el universo. Además el hecho que los investigadores ya no son solo hombres, sino también mujeres. Y que estos hombres y mujeres, tengan la mente más abierta y menos influenciada por los condicionamientos del patriarcado, permite ver las mismas pruebas (y las nuevas), con una visión diferente. Además la forma de investigación ha cambiado en los últimos tiempos. Ya no son investigadores que trabajan solos o dirigiendo un equipo en el que solo piensa el líder y el resto obedece y acepta lo que dicta la eminencia del momento. Si no que ahora son equipos pluridisciplinares, todos observan, analizan, piensan y opinan. Las conclusiones son resultado de un trabajo de equipo. También han cambiado los métodos de investigación que permiten datar los hallazgos con mejor precisión. Todo esto está llevando a corregir antiguas teorías. Como que en la prehistoria solo existiera la caza. También por intereses varios (políticos, religiosos, etc.) se ocultaron o mal interpretaron de forma intencionada determinados descubrimientos, como que hubiera una igualdad de sexos, en la que podía darse una división o repartición de tareas, pero no la superioridad de un sexo sobre el otro. Las revisiones de antiguas teorías, está permitiendo corregir algunos datos y señalan que las civilizaciones antiguas, basadas en el concepto de la Diosa, eran culturas de valores pacíficos y espirituales en las que no había dominación, si no cooperación, compaginándose en igualdad. Una vida pacifica, artística y espiritual que apenas se fijaba en los valores guerreros. Pues la sociedad era dirigida por matriarcas.

Parece ser, que estas sociedades ya se organizaban según unas leyes, unos gobiernos. Que conocían las plantas sanadoras, y por tanto había un principio del concepto de medicina, una arquitectura básica pero incipiente. Un sistema religioso elaborado. La ganadería y agricultura empezó y prosperó en manos de las mujeres. El comercio entre pueblos… Que estos pueblos ya conocían la cerámica, el teji­do, la escritura… la herencia, el status pasaba de madres a hijas, pero los hombres no eran considerados de segunda. La explicación es muy simple, las relaciones sexuales eran libres lo cual provoca que los hijos sepan quién es la madre pero no el padre. Por ese mismo motivo el padre no sabría quiénes eran sus hijos, por tanto no sabría a quién le dejaba la herencia, si a su descendencia o a la de otro. La cultura matriarcal, el reinado de la Diosa, duro más tiempo y fue mucho más próspero de lo que la cultura patriarcal nos ha hecho creer.

Desde el paleolítico superior (etapa inicial de la edad de piedra) que se datan las primeras venus en Europa, durante el neolítico (25000 años a. C) apogeo de la cultura matriarcal y hasta su final aproximadamente el año 500 (destrucción a manos de los romanos), es aproximadamente el tiempo en que la Diosa y la cultura basada en sus valores prosperó. Las investigaciones de ese periodo, en todo el mundo, muestran costumbres y símbolos muy similares, con pocas diferencias. A pesar de la distancia entre pueblos y la separación del tiempo en diferentes épocas.

Otro dato a tener en cuenta es que los pueblos invasores (patriarcales) no siempre destruyen los símbolos de la cultura conquistada, sino que los absorben y los adaptan. Los cuentos y mitos antiguos revelan informaciones sobre la Diosa, siempre que sepas donde mirar. Es otra fuente de investigación.

La cultura de la Diosa no fue destruida, sino más bien absorbida. Y al igual que las mujeres, sometida. Y sus logros adjudicados a las nuevas sociedades patriarcales.

La antigua cultura de la Diosa se encuentra en excavaciones de todo el mundo, y en los mitos y leyendas que hablan sobre su poder. Y se está revelando, está resurgiendo…

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