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Sūtra XXXI. El gran voto, universal, sin limitación de circunstancia, lugar, tiempo o clase.

Pāda II. Sūtra XXXI. Jāti desha kāla samaya anavacchínnāh sārva-bhaumā mahā-vratam

Jāti: clase, rango, linaje, genero, especie.

Desá: lugar, sitio, región, espacio.

Kāla: tiempo

Samayá: convenio, pacto, contrato, norma, ley, condición, circunstancia, acuerdo, compromiso

Anavacchínnah: no  limitado, sin límites, ilimitado

Sārva-bhaumá: universal, el alcanza el mundo entero.

Mahā-vratam: gran voto, decisión, resolución de conducta.

«El gran voto, universal, sin limitación de circunstancia, lugar, tiempo o clase»

Patañjali, considera que conseguir un control sobre los cinco yámas y los cinco niyamas, es un compromiso universal, no es algo limitado al practicante de yoga, sino que todo el mundo debería aplicarlo. Independientemente de las circunstancias (personales o grupales), del lugar (país), del tiempo (época), clase social (sin privilegios o escusas basadas en el deber u otras). Se trata de hacer siempre lo que es justo, entendiendo por justo lo que los yámas y niyamas enseñan. Ética.

Todos, pero el practicante de yoga en especial, debería adoptar progresivamente el compromiso de aplicar tanto los yámas como los niyamas en su día a día. Un compromiso impulsivo y completo desde el principio es inviable. Los hábitos y costumbres arraigados, quizás desde generaciones, no se pueden cambiar de golpe. Hay que tomar conciencia, y modificar hábitos y costumbres en consecuencia a lo que se va progresando. Si se crea un cambio muy brusco puede ocasionar caos en el entorno y por querer cumplir con áhimsā, acabar provocando un conflicto y por tanto incumpliendo con el no dañar en alguna de sus formas.

Decidirse a seguir este gran voto como lo describen los yoga sūtras y Patañjali, es una forma de que el estudiante de yoga empiece a observarse. De manera que podrá descubrir sus deseos egoístas, tomando conciencia de aquellas cosas que hasta ese momento ignoraba, o simplemente miraba para otro lado, para no ver lo que en el fondo ya sabía. Descubriendo nuestro egoísmo, podemos cambiarlo progresivamente y así desarrollar el desapego y la compasión.

Las dificultades empezaran cuando dependiendo de cada caso, el practicante se tope con circunstancias vitales. Como por ejemplo que, en el correcto cumplimiento de su trabajo, alguien salga perjudicado en mayor o menor medida. El director de una empresa que se ve obligado a despedir a algún trabajador, o un vendedor que para vender su producto debe maquillar la información no siempre verídica, etc… En estos supuestos, deberá plantearse un cambio de profesión (afecta a la economía familiar) o quizás sea el negocio familiar, que provocaría un conflicto en el seno familiar….

Los yámas son claros. Ahimsā: el menor daño posible. Y a partir de ahí, buscar la forma de ir progresivamente transformando la situación, hasta que se pueda cambiar, evitar, o mejor aún eliminar dicha situación. Para ello es necesario aplicar también los niyamas conjuntamente.

Cuando se entra en terreno personal, la polémica está servida. El ejemplo más utilizado es: “un pescador no puede pescar”. Según Patañjali no hay excepciones, el pescador daña al pez, incumple con áhimsā. Un guerrero no debe luchar en una guerra. En cambio, si esa lucha es para eliminar un mal mayor, la no acción ante la injusticia, también se considera que incumple con áhimsā. Este tema se desarrolla ampliamente en el Bhagavag gītā. En una amplia conversación entre Arjuna (guerrero) y Krishna (encarnación de la divinidad), justo antes de una gran batalla entre dos ramas de una misma familia.  Arjuna le plantea a Krishna sus dudas, acerca de si vale la pena matar por un reino, y Krishna le recuerda los agravios sufridos, y que no deben permitirse más agravios.

Para aplicar bien estos votos como los llama Patañjali, hay que estudiarlos con detenimiento, hay que entender la naturaleza del ser humano y como facilitar su evolución progresiva.

El yoga dice que somos una parte animal, otra parte humana y otra parte divina. Se trata de ir dejando atrás los instintos primigenios (la parte animal), y desarrollar la humanidad para alcanzar nuestra esencia divina.

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